El fogón
Una de las expresiones culturales venezolanas, que aún posee presencia tanto en la ciudad como en las áreas rurales es el fogón, donde nacieron la gran mayoría de nuestras expresiones gastronómicas, siendo también utilizado, por nuestros aborígenes indígenas, para realizar sus cachapas, arepas, o cocinar las carnes de sus cacerías.
En la época de antaño, el fogón era la pieza protagonista de la cocina venezolana, hasta que al despuntar el alba del modernizado siglo XX, la comida realizada con fogón pasó a un segundo plano, convirtiéndose poco a poco, en una manera anecdótica de hacer la comida, aunque su sabor especial, tanto en los hervidos como en la carne en vara, son más apreciados que en la cocina a gas.
El uso del fogón en la comida indígena
Los aborígenes venezolanos hicieron uso de su fogón particular, donde utilizaban piedras, leña, prendían el fuego, y colocaban una piedra arriba a manera de budare, donde cocían sus arepas o cachapas; las cuales consistían en diferentes maneras, de cocinar la masa que preparaban con el maíz.
Cuando se trataba de cocer las carnes, colocaban varas arriba del fuego, que les permitieran cocinar la carne, ya sea de animales de caza, o fuesen fruto de la pesca.
Esta forma de cocción también era utilizada por los españoles, quienes adaptaron esta manera de cocinar a su propia comida, uniéndola con los elementos autóctonos, y dando origen a la tradicional gastronomía criolla.
El fogón en la época colonial
En la época colonial era común utilizar el fogón, con tres piedras de barro cocido o levantadas sobre las troja de caña, que asimilaba a una especie de mesa actual, realizada con el bahareque de las paredes, pero utilizada únicamente, para colocar el fogón.
Con el tiempo y la evolución de la construcción doméstica, el fogón adquiriría su lugar particular en la casa, con una construcción especial, que podría apreciarse en las casas más antiguas; peor no nos adelantemos.
Para realizar el fogón era necesario, además de las piedras mencionadas, la combustión de la leña, que podía adquirirse cortándola en los montes cercanos, o en las pulperías donde eran consideradas, una de las mercancías más preciadas, tanto por vendedores como compradores.
Además de esto, era necesario utilizar el soplador o abanador, que eran abanicos tejidos de palma, los cuales poseían la utilidad de soplar el fuego para mantenerlo vivo.
El trabajo la cocina durante esta época, estaba confinado a las mujeres, quienes se encargaban de la cocina y el mantenimiento del fogón, así como mantener encendido el fuego; que según nos comentan los archivos históricos, siempre se mantenía una brasa encendida en el fogón.
En este sentido, el lugar donde se ubicaba el fogón, era el sitio donde las mujeres contaban sus historias, tanto particulares como ajenas, además de expresar sus sentimientos, aprender lecciones de cocina que pasaban de generación a generación, e incluso, el aposento de amores furtivos, como se conoció en más de una ocasión.
Mientras se realizaba la faena de avivar el fuego, las mujeres por lo general lloraban, no necesariamente porque estuviesen tristes, sino porque el humo del fogón, producía picazón en los ojos, moqueo y lágrimas, siendo esta, una de las características particulares de la cocina en fogón.
El fogón en nuestros días
A pesar de que actualmente, existan las cocinas a gas donde se preparan la mayoría de los alimentos, la comida hecha a fogón, continúa ejerciendo un encanto particular en los comensales, que muchas veces afirman, que la comida queda mejor a la leña, que en la cocina a gas.
Muchas veces el fogón es utilizado para hacer sancochos, convirtiéndose en una ocasión especial para unir a la familia, quienes disfrutan de buscar la leña, prender el fuego y mantenerlo vivo.
Por otra parte, en la región llanera todavía se usa el fogón para realizar la carne en vara, uno de los sellos distintivos de nuestra gastronomía, y una de las mejores maneras de disfrutar la carne de res.