Amanecer Cojedeño

Lindo amanecer Cojedeño

se divisa en la lejanía con empeño

floreciendo entre la llanura y montaña

vertiendo su nobleza y hazaña.

Adornado de la más bella flor

y percibiendo el olor

a altamisa y a mastranto

y el vaquero con su canto.

Va formando una algarabía

la vaca con alegría

con su gesto acaricia su ternero

se van apagando los luceros.

Entre tonos y melodías

por asomarse los rayos del día

se despide la aurora

en anhelos que se añora.

Con vestigios de recitares del jilguero

y también del saucel rezonguero

surca un pájaro garrapatero

con rumbo al estero.

A lo lejos se traza Vallecito

en su cumbrera bendito

y El Pao con sus galeras

de fina estampa certera.

Abrigados de brum1a abundante

como policromía del entorno reinante.

Cojedes: Al que quiero tanto,

suelo glorioso y muy santo.

Aquí te regalo mi poesía,

por ser parte de la vida mía,

eres el mirar de un jinete en su caballo,

exaltado por el trinar de los gallos.

Se va despidiendo la madrugada,

como novia enamorada

de regocijo se embriagaría

anunciando los claros del día.

El alba desbocada

va peinando la sabana engalanada

añorando siempre su destino

por veredas y caminos.

Mirando al sol que viene apuntando

con su señorío dibujando,

entre pampa, palma y cielo,

la luna se despide y alza su vuelo.

Plasmada de grandeza,

y los llaneros en sus rudezas,

energizados por un nuevo amanecer,

tan sólo en Cojedes puede suceder.

Bellos horizontes con sus paisajes

esencia de nuestro abordaje,

encanto de acuarela y pincel,

tierra generosa y por siempre fiel.

Autor: Abel H. Cardoza Cedeño

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