La Leyenda de Juan Machete
En casi todo el mundo, existen historias de personajes comunes y corrientes, que gracias a su afán de poder, deseo de riquezas, junto al ansia de reconocimiento; hicieron un pacto con el diablo para satisfacer todos sus deseos, comenzando con una historia alegre, donde aquella persona disfruta de lo que había deseado, pero con un final amargo, ya que nadie desea pagar al diablo.
La sabana llanera llena de historias y leyendas, nos cuenta que allí, también hubo un personaje con estas características.
Se trató de un hacendado común, que poco a poco fue amasando una cuantiosa fortuna, conquistando cada vez mayor poder, pero que sucumbiría ante el miedo y la locura, ya que, cuando el diablo se le presentó para cobrar su parte, el hacendado se perdería para siempre.
La historia de Juan Machete
Pacto con el diablo
Se cuenta que el alma en pena conocida como, Juan Machete, era un hacendado de los llanos venezolanos, llamado Juan Francisco Ortiz, quien a pesar de llevar una vida tranquila, viviendo en su propiedad con su mujer y sus hijos; ansiaba ser reconocido como el hombre más poderoso del pueblo, tener incontables sumas de dinero, y disfrutar de las mieles dulces que ofrece el poder.
Para este propósito, Juan Francisco Ortiz, pactaría con el diablo, quien le dijo la manera en que aceptaría la alianza.
Juan Francisco Ortiz, debería entregarle al diablo su mujer y sus hijos, quienes penarían eternamente bajo la influencia del demonio, pero además de esto, debía sellar el pacto tomando un sapo y una gallina, a las que les cocería los ojos para ser enterradas vivas, en la media noche del día de San Juan; una vez hecho esto, invocaría al diablo y el trato estaría hecho.
Juan Machete el afortunado
A Juan Francisco Ortiz lo llamaban en su pueblo, Juan Machete, debido a que acostumbraba llevar en su cintura un largo machete, que además sabía utilizar con maestría, siendo su sello característico, y una forma de mostrar su talante poderoso.
Por esta razón, cuando había pasado aquella noche de San Juan, al poco tiempo el pueblo se daba cuenta, de la gran fama y fortuna que acuñaba Juan Machete, adquiriendo cada vez más ganado, además de hacerse con mayores cantidades de tierra; siendo en poco tiempo, el hombre más respetado, temido y poderoso de aquel pueblo.
Sus terrenos le daban las mejores cosechas, sus vacas le parían de a dos terneros, sus caballos eran los mejores y más hermosos, sus negocios se habían convertido en los más prósperos; sin embargo, Juan Machete un día se daría cuenta, que en sus terrenos aparecía un toro negro imponente, con una mirada oscura, que lo miraba fijamente.
El diablo cobra su trato
Existen dos versiones del final de Juan Machete, pero ambas concuerdan en lo que sucedería después.
Una de las versiones nos cuenta, que aquel toro negro con su mirada fija en Juan Machete, hizo que éste, sintiera remordimientos de lo que había hecho; recordaba a su esposa y sus hijos, veía las imágenes de sus malas acciones, y todo esto, pesaba amargamente en su corazón.
Para zafarse de la mirada inquisitiva del toro, que ya Juan Machete se había dado cuenta, que se trataba del diablo; decidió esconder la mayor parte de su fortuna, enterrándola en la sabana llanera, siendo castigado por toda la eternidad, vagando en pena por los llanos.
La otra versión es distinta, nos refiere que una vez que Juan Machete se percató de aquel toro, pensó que se trataba del toro de uno de sus vecinos, sin darle mayores importancias, hasta que el toro comenzó a crear estragos en sus territorios. Cualquier acto para controlar al toro, o sacarlo de sus tierras era inútil.
Poco a poco, Juan Machete se daría cuenta, que aquel toro que poseía un mugido horripilante, era el mismo diablo que venía a tomar su alma.
Con el tiempo, los negocios de Juan Machete comenzarían a decaer, las sequías y las enfermedades en su ganado, le hicieron perder su cuantiosa fortuna junto a su imagen poderosa, muriendo prácticamente en la miseria, pero siendo condenado a ser un alma en pena por toda la eternidad.
En ambas versiones el final es el mismo, Juan Machete, se convirtió en un espíritu errante de la sabana, que muchos han dicho ver, amenazando con la muerte a quienes busquen o se acerquen a su oro, vomitando fuego a todo aquel que intente desenterrar su fortuna.